Algo parecido a una carcoma se va extendiendo por la prensa nacional. Soberbia mediática, también podría llamarse. A Pedrojota se le caen los pelos y palos del sombrajo y se agarra a las algas purulentas de una conspiración fantasma que, en el fondo, le da igual. No importan las 192 víctimas, o las que fueran, sino los 92.000 periódicos vendidos desde el 11-M. Ahora ha desenchufado a su descodificador bloguero, último bastión libertario que le quedaba. Por su parte, El país sigue «publicoanalizándose» o «adnlizándose» con letras cada vez más grandes, muchos brevecitos, colorín y poca chicha. La razón hincha sus cifras con la misma Vara de medir usada hace una década, y el que queda sigue sin explicar lo de «independentistas vascos». La memoria es olvidadiza. Ya no sirven ni para envolver las sardinas frescas. Las pudren al contacto con su tinta.
Deja un comentario
No hay comentarios aún.
Deja un comentario